Síntomas y pruebas para diagnosticar la esterilidad e infertilidad humanas

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¿Cómo saber si soy estéril?

La incapacidad o imposibilidad de tener hijos por problemas médicos en el aparato reproductor del hombre, de la mujer o de ambos afecta actualmente a una de cada seis personas en el mundo, haciendo cada vez más frecuentes las consultas en las clínicas de fertilidad para despejar las sospechas y elegir la estrategia reproductiva más adecuada.
 

Antes de profundizar sobre las causas de esterilidad masculinas y femeninas hay que diferenciar entre esterilidad e infertilidad, ya que muchas veces se utilizan como sinónimos, si bien hay matices que los diferencian. 
  • La esterilidad es la imposibilidad de que se produzca la fecundación del óvulo por parte del espermatozoide y, por tanto, el embarazo. Puede ser de tipo primario (parejas sin hijos que, tras un año manteniendo relaciones sexuales sin protección, no consiguen el embarazo) o secundario (parejas con hijos previos que no consiguen volver a concebir después de dos o más años intentándolo);
 
  • La infertilidad no tiene que ver con la fecundación, que efectivamente se produce, sino con la incapacidad de que el embarazo llegue a término, por problemas de implantación, de desarrollo del embrión o complicaciones durante el embarazo. Al igual que la esterilidad, la infertilidad puede ser primaria (hay fecundación, pero o no se produce la gestación o el bebé muere en el parto) o secundaria (pareja con hijos previos que consigue que tenga lugar la fecundación, pero no que el embarazo llegue a término por aborto o fallo de implantación).

La capacidad reproductiva del ser humano en comparación con otras especies es poco eficaz, ya que según la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) la probabilidad de que una mujer se quede embarazada en un ciclo menstrual durante la etapa más fértil de su vida apenas supera el 25%. Según un reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 17,5% de la población mundial en edad reproductiva no logra un embarazo transcurridos 12 meses manteniendo relaciones sexuales sin protección, debido a algún trastorno de su aparato reproductor. 

Es decir, uno de cada seis adultos en el mundo padece esterilidad en algún momento de su vida, lo que hace que cada vez sean más las personas que acuden a un centro especializado en medicina reproductiva. Esto convierte a la esterilidad o infertilidad en un problema de salud cada vez más preocupante, teniendo en cuenta que una de las grandes aspiraciones vitales del ser humano en su vida es tener hijos.

Causas de la esterilidad o infertilidad humanas


Los cambios socioculturales de las últimas décadas en las sociedades avanzadas (incorporación de la mujer al mercado laboral, estudios universitarios, alianzas matrimoniales tardías y posposición del momento de tener hijos) han agravado el factor edad de la mujer, cuya fertilidad cae en picado después de los 35 años. A esto se suma el deterioro del semen masculino, que en parte se ha asociado a factores ambientales como la temperatura, la exposición a radiaciones, el consumo de ciertos fármacos, hábitos tóxicos (consumir tabaco, alcohol y drogas), carencias nutricionales (selenio, zinc y vitaminas), el abuso en la dieta de grasas poco saludables y la exposición a toxinas y sustancias contaminantes presentes en el ambiente.

Las causas de infertilidad o esterilidad son compartidas. Un 40% de los casos se deben a problemas del hombre relativos a sus testículos, su próstata, la obstrucción de los conductos por los que circulan los espermatozoides, dificultades de eyaculación y erección, desórdenes hormonales, alteraciones de la morfología, movilidad y concentración de espermatozoides, así como por padecer obesidad, infecciones o algún tipo de cáncer. 

Otro 40% de las causas son femeninas y suelen deberse a una edad avanzada, problemas de ovulación, baja reserva ovárica, endometriosis, malfuncionamiento de las trompas de Falopio, alteraciones anatómicas o funcionales del útero y del cérvix, menopausia precoz, reacción inmune frente a los espermatozoides, así como por padecer obesidad, infecciones, enfermedades de la coagulación o autoinmunes o algún tipo de cáncer, entre otras. 

El 20% restante son causas combinadas o desconocidas.

Pruebas para detectar problemas reproductivos


Para determinar las causas de la infertilidad o esterilidad de una pareja el especialista en reproducción asistida practicará una serie de pruebas a los futuros padres.
  • Comprobar que la mujer ovula puntual y correctamente.
  • Estudiar el historial clínico en busca de indicios de hipertensión, diabetes, afecciones tiroideas, cirugías pélvicas, abortos previos, tratamiento de un cáncer con quimioterapia, etc. Y descartar patologías genéticas o hereditarias a través de los antecedentes clínicos familiares y estudios específicos, tanto del hombre como de la mujer.
  • Evaluar el estado de la reserva ovárica teniendo en cuenta la edad de la mujer, el recuento de folículos antrales mediante ecografía (lo normal es contar con entre cuatro y diez en cada ovario) y los niveles de hormona antimülleriana mediante análisis de sangre. 
  • Otros valores a analizar en la mujer son la hormona FSH, que estimula los folículos que alojan los óvulos, la LH, hormona que induce la ovulación, y el estradiol sérico, hormona que colabora en la maduración del ovocito. Además se incluyen otras hormonas que, aunque no estén directamente relacionadas con la función ovárica, pueden influir en la misma, como la TSH (hormona de tiroides) y la prolactina.
  • Exploración física y ecografía vaginal de la mujer para verificar que su aparato reproductor es morfológica y funcionalmente normal. Suelen buscarse miomas, pólipos endometriales, quistes en los ovarios o alteraciones morfológicas del útero o del cérvix.
  • Realizar una histerosalpingografía a la mujer para comprobar la permeabilidad de las trompas de Falopio.
  • Hacer un estudio cromosómico o cariotipo.
  • Realizar un estudio completo del semen o seminograma para descartar factores espermáticos como la oligospermia (escasez de espermatozoides en el eyaculado), astenozoospermia (pocos espermatozoides móviles), teratozoospermia (gran cantidad de espermatozoides con alteraciones morfológicas), necrozoospermia (gran cantidad de espermatozoides muertos) y azoospermia (ausencia de espermatozoides en el eyaculado).
  • Comprobar si el hombre presenta problemas de eyaculación o erección, obstrucción de conductos o fallo testicular o prostático.

Abordaje de la infertilidad


Una vez los especialistas identifican el problema, cabe ponerse en sus manos para diseñar la hoja de ruta que mejor se adapte a cada condición clínica. En ningún caso es recomendable hacer caso de rumores, dar credibilidad a teorías pseudocientíficas o buscar en internet posibles similitudes de los síntomas que se padecen con cuadros de infertilidad. Esto sólo generará más ansiedad en la pareja.

En los casos más leves, siempre que la mujer tenga menos de 35-37 años y presente unas trompas de Falopio permeables, el especialista recomendará la técnica más sencilla y menos costosa: la inseminación artificial (IA). Mediante esta técnica, se introduce de manera artificial una muestra de semen en el interior del útero y se produce de forma natural la fecundación. La IA puede hacerse con semen del cónyuge (homóloga) o con semen de donante (heteróloga), dependiendo de la calidad, cantidad y movilidad de los espermatozoides de la pareja masculina o de factores sociales de la mujer que realiza el tratamiento (deseo de maternidad en solitario, pareja de mujeres).

La estimulación ovárica controlada mediante la administración de medicación hormonal, paso previo a la IA, permitirá a la mujer superar puntualmente posibles dificultades para ovular como las derivadas del síndrome del ovario poliquístico. Por otra parte, el abordaje y tratamiento a largo plazo de este trastorno reportará igualmente beneficios para la salud de la paciente, previniendo cuadros de hiperplasia endometrial que pueden derivar en un cáncer, entre otros síntomas y complicaciones que se relatan en un artículo publicado por investigadores del University of Virginia Health System.

En caso de baja reserva ovárica, edad de la mujer superior a 37 años, obstrucción de trompas de Falopio (o ligadura de trompas previa), fracaso de inseminación o factor masculino severo, la técnica de elección sería la fecundación in vitro (FIV). 

También en casos en los que sea preciso realizar un test genético preimplantacional, por causas masculinas o femeninas (enfermedad genética conocida, alteración de cariotipo o edad avanzada de uno/ambos miembros de la pareja, entre otros), la FIV sería la técnica de elección.

Si el hombre presenta algún problema para obtener la muestra de semen, se pueden extraer sus espermatozoides mediante biopsia testicular o aspiración de espermatozoides del epidídimo, y si padeciese algún tipo de infección de transmisión sexual, se procedería a un lavado de la muestra.

El proceso de capacitación del semen permite elegir a los mejores espermatozoides y así favorecer la fecundación y la obtención de un embrión sano, algo sin duda muy interesante para los varones que presentan un factor de infertilidad de tipo espermático como la astenozoospermia.

En los casos en que el varón vaya a someterse a un tratamiento oncológico o a una cirugía que pueda afectar a su capacidad reproductiva, como la extirpación de un testículo o un cambio de sexo, la mejor opción es la congelación del semen. De esta forma queda preservada su fertilidad de cara a una futura inseminación artificial o fecundación in vitro. 

Igualmente, una mujer con cáncer que vaya a someterse a un tratamiento oncológico podrá recurrir a la congelación de sus óvulos para utilizarlos en un futuro. 
Si la edad de la mujer empieza a acercarse a los 35 años y no se plantea la maternidad en un corto plazo de tiempo, o si como consecuencia de una revisión ginecológica es diagnosticada de baja reserva ovárica, también es buena opción la criopreservación de sus ovocitos. 

En caso de reserva ovárica muy comprometida, falta de respuesta a la estimulación o fracaso de FIV con óvulos propios, siempre se podrá recurrir a la ovodonación. 
En cualquier caso, para la utilización de óvulos congelados el tratamiento reproductivo indicado sería la fecundación in vitro (FIV) o fecundación en el laboratorio. 

La escasez de espermatozoides en el eyaculado tampoco será un obstáculo para ser padres. En estos casos la mejor estrategia reproductiva será la modalidad de fecundación denominada ICSI, siglas de inyección intracitoplasmática. En lugar de que los espermatozoides fecunden el óvulo sobre una placa de cultivo en el laboratorio, se selecciona y se introduce un solo espermatozoide apto en el óvulo mediante inyección con una microaguja.

En otros casos de infertilidad podría ser de origen inmunológico, porque hay enfermedades de origen autoinmune que se relacionan con un mayor riesgo de pérdida gestacional los tratamientos aún están en fase de investigación, con resultados prometedores.

En general, las cirugías en el aparato reproductivo o en partes del cuerpo aledañas a él pueden perjudicar a la fertilidad del sujeto, pero no siempre, ya que la extirpación de miomas o fibromas uterinos, por ejemplo, puede aumentar las posibilidades de embarazo. 

Cuando existan trastornos endocrinos, la medicación hormonal contribuirá a mejorar el cuadro del paciente en el marco de un ciclo de IA o FIV y así aumentar sus probabilidades de éxito. 

Una vez se produce la fecundación y la implantación del embrión en las paredes del útero, la administración de progesterona a la mujer contribuirá a preservar el embarazo. 

Llevar un estilo de vida y una alimentación saludables, tanto por parte de él como de ella, también mejorará las tasas de éxito de cualquier tratamiento de reproducción asistida.

En resumen, las causas de esterilidad o infertilidad son múltiples y en ocasiones, desconocidas, y el tratamiento puede ser muy diferente en función de cada una de ellas. Un buen abordaje por parte de un equipo especializado en fertilidad es importante para investigar cada uno de los factores implicados y personalizar el tratamiento en función de cada caso, y así ayudar a que la maternidad/paternidad sea posible. 

 
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