No hay límite establecido por la sanidad privada para el número de tratamientos de fecundación in vitro a los que puede someterse una paciente pero, aunque la repetición de intentos tiene un coste físico, emocional y económico considerable, las probabilidades de embarazo aumentan con cada transferencia de embriones.
La experiencia clínica demuestra que el 90% de los embarazos se consiguen en los tres primeros ciclos de FIV, transcurridos los cuales, de no lograrse la gestación, el especialista suele plantear un cambio de estrategia. Para tomar una decisión, se valoran las probabilidades de éxito y el nivel de estrés de la paciente y de su pareja, además de sus recursos económicos. La edad, el estado de salud de la paciente, la causa de infertilidad y los resultados de los intentos previos son, por supuesto factores decisivos también.
En ocasiones se recomienda un cuarto ciclo o intento, para aprovechar el factor acumulativo, que se da incluso a edades avanzadas. La repetición múltiple de ciclos de FIV ofrece una tasa de éxito razonable a largo plazo, pero depende de las características de cada caso. Después de seis ciclos de tratamiento usando sus propios óvulos, alrededor del 29% de mujeres en edad reproductiva avanzada dará a luz a un bebé vivo, según un artículo publicado en Reproductive Biomedicine Online.
Consideramos que cada intento equivale a someterse a un ciclo completo de FIV, desde la estimulación ovárica, a la transferencia e implantación del embrión en el útero, pasando por la fecundación del óvulo en el laboratorio. Puesto que de la estimulación se pueden obtener mediante punción ovárica varios óvulos y, a partir de ellos, varios embriones, antes de comenzar un nuevo ciclo de FIV pueden realizarse varias transferencias embrionarias en distintos ciclos menstruales. Las sucesivas transferencias no van asociadas a nuevas estimulaciones ováricas y pueden llevarse a cabo hasta que se agoten los embriones y sea necesario comenzar un nuevo ciclo de FIV.
La transferencia de embriones coincide, por tanto, con la última etapa de una FIV convencional. El embrión obtenido en laboratorio se introduce mediante una cánula hasta el fondo del útero de la mujer, de forma ecoguiada y por parte del especialista en fertilidad, con el fin de que se implante y comience la gestación.
Previamente, el endometrio (capa interna que recubre el útero) se tiene que preparar para alcanzar el grosor y aspecto adecuados. Aquí se abren dos opciones: ciclo artificial o ciclo natural. En el primer caso, se administran a la mujer estrógenos vía oral o transdérmica para preparar al endometrio, poder controlar mejor el ciclo y disminuir el número de visitas, posteriormente se tendrá que añadir a dicho tratamiento progesterona durante 5 días para preparar la ventana de implantación.
Existe también la alternativa de no recurrir a medicación y dejar actuar de forma natural al ciclo hormonal de la mujer.
Hacia el día 19-20 del ciclo menstrual se lleva a cabo la transferencia de embriones, un procedimiento sencillo y ambulatorio que puede ocasionar leves molestias. En ese momento, los embriones tienen que encontrarse entre los días 3 y 5 de su fase de desarrollo. La Ley 14/2006 sobre técnicas de reproducción asistida española pone el límite en tres embriones por transferencia, pero en la práctica los centros especializados recomiendan reducir ese número a uno o, a lo sumo, dos, ante el riesgo de embarazo múltiple. Transcurridos entre 12 y 15 días desde la transferencia, ya se puede comprobar el resultado con un test de embarazo. Una espera cargada de nervios y emoción.
El éxito dependerá de la cantidad y calidad de los embriones, la causa de infertilidad, la edad de la paciente, el estado de su endometrio y el resultado de ciclos previos de FIV. Por ello, cuando la calidad de los embriones no es la mejor o la causa de infertilidad es severa, se puede considerar transferir dos embriones en lugar de uno solo, para aumentar las probabilidades de embarazo.
Hay dos tipos de transferencia embrionaria: en fresco y diferida. En la primera, los embriones se han generado en el mismo ciclo menstrual durante el que son transferidos, mientras que en la segunda son criopreservados o congelados para utilizarlos en otro momento. La técnica de vitrificación, por la que se conservan los embriones en nitrógeno líquido a -196º, es altamente segura y ofrece unas altas tasas de supervivencia. La transferencia en diferido ahorra a la mujer un nuevo ciclo de estimulación (y lo que conlleva como inyecciones, ecografías y nueva intervención) además de resultar más económica que un ciclo completo de FIV. Para la descongelación y transferencia del embrión hay que tener en cuenta el día de desarrollo en que fue vitrificado.
Las tasas de éxito de la transferencia en diferido son comparables a las de transferencia de un embrión en fresco. Si se ha logrado el embarazo con una transferencia en fresco, hay altas probabilidades de lograr una segunda gestación con los embriones congelados de ese ciclo. En ocasiones, la transferencia en diferido es preferible para que el endometrio no esté sobreexpuesto a medicación hormonal y presente un estado lo más natural posible.
No existe límite para la cantidad de transferencias de embriones congelados a practicar, todo depende de la cantidad que tengamos disponibles.
El destino de los embriones congelados puede ser:
La fecundación in vitro es la técnica de reproducción asistida de elección tras llevar a cabo entre cuatro y seis inseminaciones artificiales fallidas. Puede ser de dos tipos: convencional y mediante inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI). En la primera, el óvulo y los espermatozoides fecundan por sí solos en una placa de cultivo. En la segunda, el embriólogo inyecta directamente un solo espermatozoide dentro del óvulo.
La elección de este método puede deberse tanto a causas de infertilidad masculinas como femeninas. La mejor tasa de éxito es de un 65% en mujeres por debajo de los 35 años , un porcentaje que decrece a mayor edad.
Desde que en 1978 naciese el primer bebé mediante FIV, la técnica se ha perfeccionado muchísimo y millones de niños nacen por este procedimiento. Tradicionalmente ha existido la idea de que cuantos más ovocitos se obtengan en un solo ciclo de FIV, mejor, lo que según la Society for Assisted Reproductive Technology (SART) de Estados Unidos nos ha llevado a “una era de estimulación agresiva”, pese a las iniciativas en marcha en algunos países para suavizar los protocolos de FIV y transferir un solo embrión.
La literatura científica estima que la cantidad óptima y segura de ovocitos maduros necesarios para conseguir uno y hasta dos embarazos mediante técnicas de reproducción asistida oscila entre 6 y 15. Frente a la sobreestimulación para elevar las tasas de éxito, según un estudio avalado por la European Society of Human Reproduction and Embryology (ESHRE) y publicado por Human Reproduction.
La experiencia clínica demuestra que el 90% de los embarazos se consiguen en los tres primeros ciclos de FIV, transcurridos los cuales, de no lograrse la gestación, el especialista suele plantear un cambio de estrategia. Para tomar una decisión, se valoran las probabilidades de éxito y el nivel de estrés de la paciente y de su pareja, además de sus recursos económicos. La edad, el estado de salud de la paciente, la causa de infertilidad y los resultados de los intentos previos son, por supuesto factores decisivos también.
En ocasiones se recomienda un cuarto ciclo o intento, para aprovechar el factor acumulativo, que se da incluso a edades avanzadas. La repetición múltiple de ciclos de FIV ofrece una tasa de éxito razonable a largo plazo, pero depende de las características de cada caso. Después de seis ciclos de tratamiento usando sus propios óvulos, alrededor del 29% de mujeres en edad reproductiva avanzada dará a luz a un bebé vivo, según un artículo publicado en Reproductive Biomedicine Online.
Fases de la FIV y plazos
Consideramos que cada intento equivale a someterse a un ciclo completo de FIV, desde la estimulación ovárica, a la transferencia e implantación del embrión en el útero, pasando por la fecundación del óvulo en el laboratorio. Puesto que de la estimulación se pueden obtener mediante punción ovárica varios óvulos y, a partir de ellos, varios embriones, antes de comenzar un nuevo ciclo de FIV pueden realizarse varias transferencias embrionarias en distintos ciclos menstruales. Las sucesivas transferencias no van asociadas a nuevas estimulaciones ováricas y pueden llevarse a cabo hasta que se agoten los embriones y sea necesario comenzar un nuevo ciclo de FIV.
La transferencia de embriones coincide, por tanto, con la última etapa de una FIV convencional. El embrión obtenido en laboratorio se introduce mediante una cánula hasta el fondo del útero de la mujer, de forma ecoguiada y por parte del especialista en fertilidad, con el fin de que se implante y comience la gestación.
Previamente, el endometrio (capa interna que recubre el útero) se tiene que preparar para alcanzar el grosor y aspecto adecuados. Aquí se abren dos opciones: ciclo artificial o ciclo natural. En el primer caso, se administran a la mujer estrógenos vía oral o transdérmica para preparar al endometrio, poder controlar mejor el ciclo y disminuir el número de visitas, posteriormente se tendrá que añadir a dicho tratamiento progesterona durante 5 días para preparar la ventana de implantación.
Existe también la alternativa de no recurrir a medicación y dejar actuar de forma natural al ciclo hormonal de la mujer.
Hacia el día 19-20 del ciclo menstrual se lleva a cabo la transferencia de embriones, un procedimiento sencillo y ambulatorio que puede ocasionar leves molestias. En ese momento, los embriones tienen que encontrarse entre los días 3 y 5 de su fase de desarrollo. La Ley 14/2006 sobre técnicas de reproducción asistida española pone el límite en tres embriones por transferencia, pero en la práctica los centros especializados recomiendan reducir ese número a uno o, a lo sumo, dos, ante el riesgo de embarazo múltiple. Transcurridos entre 12 y 15 días desde la transferencia, ya se puede comprobar el resultado con un test de embarazo. Una espera cargada de nervios y emoción.
El éxito dependerá de la cantidad y calidad de los embriones, la causa de infertilidad, la edad de la paciente, el estado de su endometrio y el resultado de ciclos previos de FIV. Por ello, cuando la calidad de los embriones no es la mejor o la causa de infertilidad es severa, se puede considerar transferir dos embriones en lugar de uno solo, para aumentar las probabilidades de embarazo.
Tipos de transferencia embrionaria
Hay dos tipos de transferencia embrionaria: en fresco y diferida. En la primera, los embriones se han generado en el mismo ciclo menstrual durante el que son transferidos, mientras que en la segunda son criopreservados o congelados para utilizarlos en otro momento. La técnica de vitrificación, por la que se conservan los embriones en nitrógeno líquido a -196º, es altamente segura y ofrece unas altas tasas de supervivencia. La transferencia en diferido ahorra a la mujer un nuevo ciclo de estimulación (y lo que conlleva como inyecciones, ecografías y nueva intervención) además de resultar más económica que un ciclo completo de FIV. Para la descongelación y transferencia del embrión hay que tener en cuenta el día de desarrollo en que fue vitrificado.
Las tasas de éxito de la transferencia en diferido son comparables a las de transferencia de un embrión en fresco. Si se ha logrado el embarazo con una transferencia en fresco, hay altas probabilidades de lograr una segunda gestación con los embriones congelados de ese ciclo. En ocasiones, la transferencia en diferido es preferible para que el endometrio no esté sobreexpuesto a medicación hormonal y presente un estado lo más natural posible.
No existe límite para la cantidad de transferencias de embriones congelados a practicar, todo depende de la cantidad que tengamos disponibles.
El destino de los embriones congelados puede ser:
- su transferencia en diferido a la mujer con cuyos óvulos se han formado, tras otros intentos fallidos en fresco o en diferido, o tras previas FIV.
- su donación a una madre sin pareja o a una pareja que quiere concebir y no puede hacerlo con su propio material genético.
- la investigación científica.
FIV: una técnica eficaz y consolidada
La fecundación in vitro es la técnica de reproducción asistida de elección tras llevar a cabo entre cuatro y seis inseminaciones artificiales fallidas. Puede ser de dos tipos: convencional y mediante inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI). En la primera, el óvulo y los espermatozoides fecundan por sí solos en una placa de cultivo. En la segunda, el embriólogo inyecta directamente un solo espermatozoide dentro del óvulo.
La elección de este método puede deberse tanto a causas de infertilidad masculinas como femeninas. La mejor tasa de éxito es de un 65% en mujeres por debajo de los 35 años , un porcentaje que decrece a mayor edad.
Desde que en 1978 naciese el primer bebé mediante FIV, la técnica se ha perfeccionado muchísimo y millones de niños nacen por este procedimiento. Tradicionalmente ha existido la idea de que cuantos más ovocitos se obtengan en un solo ciclo de FIV, mejor, lo que según la Society for Assisted Reproductive Technology (SART) de Estados Unidos nos ha llevado a “una era de estimulación agresiva”, pese a las iniciativas en marcha en algunos países para suavizar los protocolos de FIV y transferir un solo embrión.
La literatura científica estima que la cantidad óptima y segura de ovocitos maduros necesarios para conseguir uno y hasta dos embarazos mediante técnicas de reproducción asistida oscila entre 6 y 15. Frente a la sobreestimulación para elevar las tasas de éxito, según un estudio avalado por la European Society of Human Reproduction and Embryology (ESHRE) y publicado por Human Reproduction.