CÓMO SER MADRE SOLTERA POR INSEMINACIÓN ARTIFICIAL
Cada vez más mujeres deciden ser madres solteras y pueden lograr el embarazo con tratamientos de reproducción asistida como la inseminación artificial.
En los tiempos en que vivimos, en los que existe una tendencia a retrasar la maternidad, cada vez más mujeres deciden ser madres, a pesar de no tener pareja en ese momento, una opción valiente y legítima que hacen posible las técnicas de reproducción asistida.
La inseminación artificial es el tratamiento de primera elección para ser madre soltera tras realizar un estudio previo que así lo indique, pero, si no funcionase, existen alternativas como la fecundación in vitro, la donación de embriones y la donación de óvulos. Lo importante es adentrarse en esta aventura con tranquilidad y confianza en los especialistas en fertilidad, dejando a un lado la ansiedad.
La inseminación artificial es un procedimiento de reproducción asistida que consiste en depositar una muestra espermática en el útero de una mujer. Este semen puede provenir de la propia pareja de la mujer, inseminación artificial homóloga, o de un donante, inseminación artificial heteróloga. La muestra es previamente tratada en el laboratorio con el objetivo de incrementar las posibilidades de que el óvulo quede fecundado y, por lo tanto, que el embarazo se produzca. Solo en España se realizan cerca de 23.000 inseminaciones cada año y esta cifra va en aumento.
Una de las principales diferencias entre la fecundación in vitro (FIV) y la inseminación artificial (IA) es el lugar exacto en el que se lleva a cabo la fecundación: en el primer caso, se realiza en un laboratorio y, posteriormente, se inserta el embrión en el cuerpo de la mujer; en el segundo caso, la fecundación se lleva a cabo de forma natural dentro de las trompas de Falopio de la mujer.
Fases del proceso de inseminación artificial
Según la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO), el uso de la inseminación artificial con semen de donante se realizó por primera vez en 1884 en Filadelfia. Se utilizó semen fresco hasta los noventa, cuando el problema de las infecciones de transmisión sexual y, sobre todo, la aparición del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), impuso la criopreservación previa a la inseminación. Desde entonces, la proliferación de los bancos de semen creció de forma espectacular con el uso de la inseminación artificial con semen de donante.
Cuatro son las fases de este proceso: estimulación de la ovulación, control del ciclo, recogida y preparación del semen, e inseminación.
En primer lugar, es recomendable someterse a un proceso de estimulación ovárica, que puede durar de diez a doce días e incrementa el porcentaje de éxito. En ese periodo de tiempo, se le administran a la mujer fármacos hormonales en pequeñas dosis para estimular el ovario de forma controlada y conseguir uno o 2 óvulos maduros. Es importante controlar bien esta fase para evitar embarazos múltiples, ya que con esta técnica la fecundación se produce de manera espontánea, al contrario que con la FIV, en la que se busca generar el mayor número posible de óvulos y su fecundación se produce en el laboratorio. “La respuesta a dicha estimulación se controla por medio de ecografías periódicas acompañadas o no de análisis de sangre”, según indica la Sociedad Española de Fertilidad (SEF).
En segundo lugar, el control del ciclo suele hacerse a través de un tipo de ecografía que controla la maduración de los folículos, que son las estructuras del ovario donde se desarrollan los óvulos. Cuando uno o dos de estos folículos han alcanzado los 16-18 mm, se induce la ovulación con la administración subcutánea de una hormona, que hace que los óvulos salgan del ovario y se dirijan a las trompas de Falopio, donde esperan la llegada de los espermatozoides.
En tercer lugar, la muestra de semen de un donante suele descongelarse el mismo día que se realiza la inseminación artificial. Previamente a la congelación o bien después de su descongelación, se prepara en el laboratorio tratando de concentrar la muestra de espermatozoides de mayor calidad, lo que incrementa las posibilidades de éxito del tratamiento.
Por último, se lleva a cabo la inseminación propiamente dicha, introduciéndose el catéter cargado de espermatozoides por la vagina hasta llegar al útero. El proceso de la inseminación artificial no es doloroso y los espermatozoides sobreviven en el interior del aparato reproductor femenino de 3 a 5 días, frente a las 24 horas de supervivencia de un óvulo. El día de la inseminación, es recomendable acudir a la clínica una media hora antes de la hora concertada y con vejiga llena.
Se pueden hacer una inseminación artificial aquellas mujeres que presenten permeabilidad en sus trompas de Falopio, buena reserva ovárica y edad inferior a los 36 años.
Principales ventajas de la inseminación artificial
La inseminación artificial es una técnica de baja complejidad y es ahí donde radica su principal ventaja, ya que se trata de un procedimiento sencillo y poco invasivo. Y aunque los resultados son peores que los de la fecundación in vitro, el efecto acumulativo hace que tras varios intentos aumenten las probabilidades de embarazo.
Esta técnica suele ser efectiva y se oferta gratuitamente en el sistema sanitario público, con una lista de espera que llega hasta los dos años, aproximadamente. Además, se establece una edad límite de 40 años para este tratamiento. Se cubren cuatro intentos de inseminación artificial y tres de fecundación in vitro, pero el número de intentos permitidos puede ampliarse a seis en el caso de que el semen provenga de un donante.
Según indica la SEF, las condiciones en que se realizan actualmente las técnicas de reproducción asistida y los controles que se efectúan han reducido de forma sustancial las complicaciones, y puede decirse que las severas son prácticamente inexistentes.
La inseminación artificial en un centro privado tiene un precio que oscila entre 700€ y 1.700€ -según el centro en el que se realice y la procedencia del semen-, se trata de la técnica de reproducción asistida más económica.
Por lo general, los bancos de semen pueden reservar dosis de semen del donante con que se ha conseguido un embarazo para optar a que los hijos fruto de posteriores intentos sean hermanos biológicos. Esto es así siempre que el número de hijos nacidos con semen de ese donante no supere el límite de seis establecido por la ley.
Mayor probabilidad de embarazo con semen de donante
La tasa de éxito de este procedimiento se acerca al 20% por cada ciclo. Tras cuatro intentos, puede conseguirse una tasa acumulada del 60%. La probabilidad de embarazo es mayor si se utiliza semen de donante.
En general, se suelen recomendar de tres a cuatro inseminaciones cuando la mujer tiene menos de 38 años. Tras varios intentos fallidos, el especialista tendría que sopesar recurrir o no a la fecundación in vitro, donde la tasa de embarazo ronda el 40% por transferencia embrionaria, y puede alcanzar hasta un 90%, después de tres intentos.
Después de una inseminación artificial, la mujer permanece en reposo 10 minutos, aunque este reposo no ha demostrado beneficio. Después de esto, no es necesario guardar reposo a menos que el especialista lo indique y puede retomar su actividad habitual.
Asimismo, hay que evitar grandes esfuerzos físicos, como cargar peso o practicar deportes de alta intensidad (se pueden sustituir por otros deportes más suaves). Tampoco hay que estar pendiente de todos los posibles síntomas, ni relacionarlos con el embarazo, ni obsesionarse con el posible resultado.
Lo habitual es no tener síntomas en los primeros siete días, tras la inseminación artificial. A los diez días puede haber algún pequeño sangrado vaginal, dolor abdominal como el de la regla y un incremento de la frecuencia miccional. La prueba de embarazo puede hacerse pasados quince días.
En cuanto al sexo del bebé, las probabilidades de tener un niño o una niña son prácticamente las mismas y no hay evidencia científica que sugiera que se puede influir en este aspecto. Asimismo, si la gestación de gemelos o más se da en hasta un 2% de todos los embarazos, esta probabilidad aumenta hasta un 15% en embarazos conseguidos por reproducción asistida. Esto se debe fundamentalmente al uso de fármacos estimuladores de la ovulación, aunque siguen considerándose unas cifras bajas, en contra de lo que pudiera parecer.